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sábado, 26 de junio de 2010

Otra cumbre en Cancún, ¿otro desastre?

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Otra cumbre en Cancún, ¿otro desastre?

Por Cecilia Soto / Excélsior
Asociamos el nombre de Cancún con los matices turquesas, irreales de tan hermosos, de sus aguas; con playas blanquísimas; hordas de springbreakers conservados en tequila; huracanes, y megacongresos. Uno de esos eventos, la cumbre de la OMC sobre la Ronda de Doha, en septiembre de 2003, asocia inexorablemente el nombre del balneario con el fracaso
Jun 16, 2010 - 6:26:27 PM

En diciembre de este año, Cancún será nuevamente sede de una cumbre de las Naciones Unidas y sólo un milagro o un esfuerzo audaz y decidido del gobierno de México puede evitar que nuevamente el nombre de esas playas se asocie internacionalmente con su significado maya: "nido de serpientes".

La conferencia dará seguimiento a la cumbre de Copenhague sobre Cambio Climático, de diciembre de 2009, el fracaso más escandaloso de la diplomacia contemporánea. El mes pasado, la revista alemana Der Spiegel obtuvo misteriosamente 1.2 gigas de grabaciones de las negociaciones privadas, entre los 25 países más influyentes, el último día de la Cumbre. Presentes los jefes de Estado de esos países -incluido el presidente Calderón-, menos el de China, que deliberadamente sólo mandó a su negociador como representante.

Las grabaciones documentan lo que ya se había filtrado a la prensa: la negativa de India y China a sacrificar el crecimiento económico para reducir las emisiones de gases de invernadero. Una frase lapidaria del negociador chino ejemplifica la confrontación entre las necesidades de crecimiento y progreso de los países emergentes: "Ustedes, los países desarrollados, crearon el problema, ustedes lo resuelven".

De diciembre a la fecha la situación sólo ha empeorado. En ese entonces aún había esperanzas más o menos sólidas de que la recuperación económica, con todo lo difícil y lenta, estaría a la vuelta de la esquina. Seis meses después queda claro que Europa es parte del problema y no de la solución. Nadie apuesta ahora por la recuperación rápida de ese continente y las medidas tomadas: el megarrescate de un billón de dólares y las medidas para reducir la demanda pública y privada, probablemente sólo garanticen un círculo vicioso de mayor déficit fiscal, más austeridad y menos crecimiento.

A raíz del estallido de la crisis europea, el apoyo popular en esos países hacia las medidas para reducir las emisiones de gases de invernadero se ha desplomado dramáticamente, entre 20 y 30 puntos en cada país. Por una parte, porque la preocupación fundamental es mantener el empleo y no luchar por una realidad mucho más abstracta que la necesidad de llevar el pan diario a casa. Por la otra, porque la credibilidad de las predicciones sobre cambio climático contenidas en el Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) han sufrido golpes severos, primero por la confirmación de que las predicciones del IPCC sobre la velocidad del deshielo en los Himalayas han probado ser totalmente erróneas y, segundo, por el continuo debate sobre las curvas de temperatura terrestre en el pasado milenio. La vivencia de un invierno excepcionalmente frío en Europa tampoco ayudó a elevar la credibilidad en el cambio climático.

La verdad es que, sin fuentes de energía que sustituyan en forma eficiente y barata a los hidrocarburos, difícilmente aceptarán países como India y China frenar su crecimiento económico en aras de reducir el impacto de la industria en el clima terrestre, sobre todo cuando no hay certeza de que los cortes en bióxido de carbono que pide el Protocolo de Kyoto realmente traerán una reducción significativa en la temperatura terrestre.

En la próxima entrega de esta columnista, quien es indiferente al futbol y fanática beisbolera, compartiré los hallazgos de un grupo de expertos reunido en la London School of Economics y que busca una alternativa al fracaso anunciado de la próxima cumbre en Cancún. Nos vemos en Twitter @ceciliasotog y en la web de Excélsior.
*Analista política

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