2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA
Segunda parte.
La primera parte puedes consultarla en el siguiente link; 2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA Primera parte
El día 3 de Octubre, Papa
llevo a casa de mi abuela (ahí nos mantuvimos hasta más o menos el día nueve)
los periódicos. LA PRENSA y otros medios afirmaban que “grupos de
francotiradores dispararon contra el ejército desde el edificio Chihuahua, y
que la soldadesca solo repelió el ataque”, asimismo afirmaban que las luces de
bengala que provocaron la masacre, salieron de la Plaza de las 3 Culturas. No
lo podía creer! Tanta mentira!
Solo un medio decía la verdad, y
era reprimido; el famoso “PORQUE?”, que nunca faltaba en la mesa de la casa,
junto con el “siempre”.
Más o menos como a los tres días del
2 de octubre, papa me llamo y me pidió que lo acompañara. Fuimos a la Plaza.
El, amparado en su papel de funcionario, es decir “charoleando”, logro hacer
que nos dejaran pasar, alegando que “iba a visitar a unos familiares”, “a ver
como se encontraban.”
Nunca se me va a olvidar aquello.
Sobre la plaza, lo primero que me llamo la atención fue un cerro enorme de
zapatos y prendas personales, y luego, esa agua roja que corría por las
escaleras de la plaza, agua teñida de sangre. En el Chihuahua y otros
edificios, se apreciaban impactos de balas de alto calibre. Los elevadores en
particular tenían grandes perforaciones.
Mi padre, secándose los ojos de
las lágrimas que le corrían, me dijo; “mira hijo, mira y no olvides”.
Y, cómo olvidar?. De pronto, así de repente,
siendo un niño apenas de 9 años, el mundo se transformaba dejándome ver la
realidad.
Pasaron las olimpiadas. Pero no
la tristeza. Solo Dios sabe cuántas noches no pude dormir recordándolo todo.
Vino noviembre. Durante todo ese
tiempo. La entrada a la plaza de las tres culturas era prohibida. Nadie podía pasar,
y menos en grupos.
Hasta que el día dos de ese mes,
es decir, el día de muertos, papa nuevamente me llevo a la plaza, no se si el sabía
ya lo que pasaría, pero fue algo impresionante, ver como de la nada, la plaza
se iba llenando de gente, y de veladoras, muchas veladoras. La gente iba a
rezar por sus caídos.
Por doquier, había gente con una,
dos tres veladoras. Lo que me sorprendió, y a mi padre también, fue el ver a
una mujer de talla mediana, con más de 20 veladoras encendidas. Papa, no se
pudo detener y le pregunto; “porque tantas veladoras señora? Tantos familiares perdió?.
La señora, enjugándose las lágrimas, le respondió, “no señor, yo soy maestra
del Politécnico. Eran mis alumnos, yo misma les sugerí que debían estar en la manifestación”.
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